El futuro de la moda con inteligencia artificial: aliado o amenaza

Inteligencia artificial

En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en la industria de la moda, transformando procesos creativos, comerciales y de producción. Pero ¿realmente estamos ante una revolución positiva o corremos el riesgo de deshumanizar un sector que siempre se ha sustentado en talento humano y expresividad auténtica? Inteligencia Artificial, diseño y gemelos digitales Marcas como H&M, Mango o Levi’s están adoptando “gemelos digitales” o modelos generados por IA para campañas visuales. En 2025, H&M anunció que creará 30 réplicas virtuales de sus modelos. Desde el lado tecnológico, esto reduce costes de producción (fotógrafos, maquilladores, estilistas) y agiliza procesos. Además, es una forma innovadora de personalizar contenido visual. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿a qué precio? “Usar modelos digitales de esta forma va a acabar siendo un problema… empezamos a desprendernos de las personas para todo tipo de trabajos” Ese temor resuena con fuerza. El ejemplo de la polémica surgida entre modelos reales, como Morgan Riddle, y marcas como H&M refleja una creciente inquietud sobre los límites de lo virtual. Creatividad algorítmica con límites visibles La IA generativa entra en la creación de patrones, mood boards y colecciones. Marcas como Tommy Hilfiger o startups como Maison Meta e Onversed demuestran su potencial creativo. Pero la pregunta crítica es si esos diseños mantienen la autenticidad emocional. Ese matiz es vital: una máquina puede replicar estética, pero no puede capturar la chispa humana —esa esencia emocional que conmueve en una pasarela o campaña. Sostenibilidad y eficiencia: la doble cara del escepticismo La IA ofrece grandes beneficios en sostenibilidad. Puede reducir desperdicios, optimizar inventarios y ajustar la producción a demanda real. Plataformas como Onversed permiten prototipos digitales hiperrealistas, minimizando errores y residuos. Pero no todo es positivo. El impacto ambiental de entrenar modelos de IA es significativo: alto consumo energético, uso intensivo de agua y huella de carbono elevada. ¿De qué sirve diseñar “moda sostenible” en el taller digital si el proceso de creación de IA genera una gran huella ecológica? Avance tecnológico con factura social La implementación de Inteligencia Artificial amenaza empleos tradicionales en moda: modelos, fotógrafos, estilistas, asistentes. No obstante, también crea nuevos roles: ingenieros de datos, expertos en IA aplicada, coordinadores tecnológicos Forbes España. El dilema está en gestionar esa transición:¿quién forma a los trabajadores desplazados? Y tú lo señalas con contundencia: La IA puede ampliar oportunidades profesionales, pero también exigir una adaptación responsable del sector. La medida del futuro: regulación, ética y colaboración Analistas como Pilar Manchón (Google Research) defienden una “IA para humanizar”, no sustituir. Desde enfoques centrados en lo humano (McKinsey), se aboga por una IA colaborativa, donde máquinas potencian capacidades humanas, no las anulan. En la moda, marcas, reguladores y sindicatos deben acordar códigos vinculantes para garantizar transparencia y protección de derechos (modelos reales, sostenibilidad, privacidad). Sin esa regulación, el riesgo es que se avance hacia una industria hipertecnificada, pero deshumanizada. Equilibrio entre innovación y esencia humana Esta tensión marca el desafío central: no perder nuestra humanidad en nombre de la tecnología. La moda es emotividad, arte y cultura. Si la Inteligencia Artificial desborda esas fronteras sin equilibrio, corremos el riesgo de perder el alma de la industria. ¿Aliado o amenaza? La IA en la moda es, sin duda, un poderoso aliado: facilita prototipos, ahorra recursos, personaliza experiencias y potencia creatividad. Pero sin límites claros, sin ética, sin regulación y sin atención por conservar el factor humano, puede transformarse en una amenaza real. El futuro depende de que la IA se implemente como herramienta complementaria, no reemplazante. Los “gemelos digitales” pueden coexistir con modelos reales, pero no subsumirlos. Los algoritmos creativos pueden inspirar, pero no deben usurpar la pasión humana. Y la eficiencia ecológica no debe tapar la huella ecológica oculta del propio sistema digital. Ese principio debe guiar el camino creativo, técnico y regulatorio de una moda del futuro: inteligente, sostenible… y profundamente humana.